- Envera coopera con la principal ONG ucraniana de la discapacidad intelectual
Madrid | 1 de abril de 2022. Actualizado: 17 enero de 2023
“La suerte está siendo la misma tanto si sales del país como si te quedas en Ucrania. Los tratamientos se han paralizado y no podemos trabajar. La situación económica de muchas familias es insostenible y afecta a nuestros hijos.”
Con estas palabras, Marina Grigorieva, coordinadora de Vinnitsya Down Syndrome, narra a Envera la desesperada situación que muchas familias con personas con discapacidad intelectual soportan desde que comenzó la invasión de Ucrania por parte de Rusia hace ya más de un mes.
Diversas organizaciones como el Foro Europeo de la Discapacidad ya han alertado sobre el apoyo insuficiente para la evacuación de personas con discapacidad, señalando que «incluso aquellos que consiguen llegar a los refugios, tanto dentro como fuera del país, se continúan enfrentando a obstáculos: desde simples escalones hasta información que les es completamente inaccesible».
Precisamente en el interior del país eslavo prácticamente la totalidad de organizaciones, asociaciones y centros públicos cuyo objetivo es mejorar la vida de las personas con discapacidad intelectual, se han visto obligadas a cesar sus actividades ante la incapacidad de garantizar la seguridad de las personas para las que trabajaban y cuya situación es cada vez más vulnerable.
Según VGO Coalition, la red ucraniana que engloba a más de cien entidades sociales dedicadas a la protección de los derechos de las personas con discapacidad y con la que Envera está en permanente contacto, miles de personas con discapacidad que residen en instituciones ya están aisladas de sus comunidades y corren el riesgo de ser abandonadas y olvidadas. A esto se suma que cada vez es más difícil conseguir los medicamentos que requieren estas personas para sobrevivir.
LOS OLVIDADOS ENTRE LOS OLVIDADOS
Yuliia Klepets, coordinadora de VGO Coalition, con quien Envera pudo hablar el pasado miércoles para iniciar una colaboración entre ambas entidades, explica la realidad que están viviendo las personas con discapacidad intelectual durante esta guerra. Es la vida de los olvidados entre los olvidados cuya situación, sin ayuda, puede llegar a un punto de no retorno.
Yuliia cuenta a Envera que permanece en Kyiv con sus dos hijas, su madre y su hermana. Su hija mayor, Marina, tiene discapacidad intelectual y su madre, que ya es mayor, problemas de movilidad.
“Quienes han podido salir son aquellas familias con transporte propio o cuyos hijos son pequeños. Desde nuestra organización fletamos furgonetas para evacuar a las familias, pero sólo dos acudieron a la llamada. La mayoría permanecemos en nuestras casas porque empezar de cero en otro país o, en otra ciudad, es muchas veces un problema aún mayor y marcharnos en tren ni siquiera es una opción», explica Klepets.
Aquellos que como Yuliia y su familia permanecen en las ciudades viven cada día de alarma en alarma, yendo y viniendo de los refugios antibombas. Sin embargo, la parálisis, el estrés y la propia discapacidad pueden hacer que desplazarse hasta los refugios sea muchas veces una labor imposible para las personas con discapacidad intelectual y sus familias, obligadas a esconderse en los pasillos de los edificios o a buscar un refugio improvisado, por ejemplo, dentro de una bañera.
La dificultad para conseguir tratamiento psicológico y rehabilitación es inmensa, afectando a muchas personas con discapacidad intelectual que han visto sus hábitos completamente alterados. Yuliia pone como ejemplo el caso de un niño de 9 años de una de las familias con las que trabajan desde VGO y que, tras una semana de incesantes bombardeos, es ahora incapaz de comer en ningún otro lugar que no sea el refugio antibombas.
A medida que se va transformando la realidad diaria de una Ucrania devastada por la guerra, Europa se encuentra con una crisis humanitaria sin precedentes en las últimas décadas en la que los olvidados de los olvidados, las personas con discapacidad intelectual, se ven abandonadas a su suerte por la falta de esfuerzos específicos que identifiquen sus necesidades y les den el apoyo que necesitan mientras la guerra continúa transformando sus vidas que ya nunca volverán a ser las de antes.
ESPERANZA FRENTE AL HORROR DE LA GUERRA
Esta transformación ocurre, sin embargo, en dos direcciones: la que viven quienes sufren en primera persona las atrocidades del conflicto bélico y la que personas y organizaciones han decidido tomar para ayudar a quienes peor lo están pasando.
Con una parte occidental del país que continúa asimilando la enorme cantidad de desplazados obligados a huir por los ataques de las tropas rusas, la cooperación, la solidaridad y el apoyo mutuo se revelan como un motor importante que ayuda a los ucranianos a resistir el asedio en este duro momento.
Es el caso de la panadería Good Bread for Good People de Kiev. Antes de la guerra, este establecimiento daba trabajo a dieciséis personas con discapacidad intelectual y ahora permanece abierta, con los hornos funcionando, para alimentar gratuitamente a los pacientes de hospitales, residentes de los hospitales psiquiátricos, militares de las fuerzas armadas, a los ancianos y a las familias con hijos que se quedaron en la ciudad.
“Miles de personas necesitan alimento. Ahora horneamos pan y magdalenas que distribuimos gratuitamente», es el nuevo eslogan de esta panadería que, a día de hoy, continúa trabajando gracias a las donaciones que recibe. Ayudas que les permiten continuar esta labor, además de seguir siendo un apoyo económico fundamental para todas las personas con discapacidad intelectual que trabajan allí y que ahora permanecen en sus casas mientras dure la guerra.
De la misma forma, diversas entidades han cambiado su marco de trabajo para centrarse en cubrir las necesidades que más apremian. Frente el aislamiento en el que viven miles de personas con discapacidad, como apuntan desde VGO a Envera, grupos de voluntarios están recorriendo las ciudades para recoger medicamentos y entregarlos donde son más necesarios.
Estos son caminos de esperanza en una situación en la que la ayuda sigue siendo necesaria también desde fuera del país. La labor humanitaria debe continuar y el apoyo a las organizaciones que siguen trabajando dentro de Ucrania debe ser total para reducir, en la medida de lo posible, el impacto de la guerra en las víctimas.
COOPERACIÓN DESDE ESPAÑA
Desde el inicio de la invasión, Envera ha puesto todo su esfuerzo en ayudar a las familias ucranianas. Primero, junto con otras organizaciones como Islazul, Nuveen Real Estate, HSI o Iberia, entre otras, para enviar más de ocho toneladas de material humanitario a la región de Volyn en el interior de Ucrania. Y ahora, Envera trabaja para que las personas con discapacidad intelectual golpeadas por la guerra no queden en el olvido.
En colaboración y contacto directo con VGO Coalition, los profesionales de Envera dan apoyo profesional, específico e individualizado para responder a las necesidades de las familias ucranianas a través del estudio de casos concretos de niños y adultos con discapacidad intelectual o facilitando videotutoriales que incluyen terapias de rehabilitación, psicomotricidad y otros ejercicios, con los que Envera pretende paliar, aunque sea levemente, la falta de psicólogos y el cierre de los centros de asistencia en Ucrania.
Además, Envera ha puesto a disposición de la Comunidad de Madrid, en coordinación con el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, plazas en sus servicios de Atención Temprana y Centro Ocupacional para atender a refugiados con discapacidad que lleguen a España.
A todo ello se suma la recaudación de dinero que Envera ha puesto en marcha en sus delegaciones y que irá íntegramente destinada a VGO.
El presidente de Envera, José Antonio Quintero, asegura que estas acciones responden «al compromiso de Envera con los más vulnerables pues, siendo una organización que tiene como fin la atención directa a personas con discapacidad intelectual, no podemos mirar hacia otro lado ante la situación en Ucrania”, y ha querido «mandar todo nuestro apoyo a quienes siguen esforzándose, incluso en las peores condiciones, para que las personas con discapacidad intelectual ocupen con dignidad su lugar en el mundo».