Madrid | 5 de febrero de 2020
Una vez más, los avatares de la vida y las casualidades están de nuestra parte al contar con unos invitados cercanos, simpáticos y que nos han hecho disfrutar de una mañana muy sensorial y didáctica. De sus experiencia vital hemos aprendiendo y gozado de los embaucadores efluvios de sus guitarras. Mejor plan no podíamos tener.
David Negrón es músico y profesor de música, además de psicólogo en dique seco. Su trayectoria profesional se remonta a más de 20 años atrás, donde decidió colgar su flamante título universitario en una escarpia y procedió a apretar bien fuerte el mástil de su guitarra para no volver a soltarlo nunca más, salvo para cambiar las cuerdas y para tañer nuevas «hachas». Tras algunas incursiones en la industria musical, se ha venido dedicando a la enseñanza, a las grabaciones con diferentes bandas y a conciertos en vivo. Se siente un privilegiado por poder dedicarse a lo que más le gusta y disfruta cada día sintiendo cerca su instrumento. Se le nota.
Eduardo Sell es sobrino de David y con su banda, La moneda de Mei, ya han lanzado al mercado sus primeros temas. En realidad, es el que ha facilitado la entrevista por estar realizando su prácticas universitarias de psicología en Envera. Decir que nos da la impresión de ser una buena promesa en sus dos frentes abiertos. No le perderemos la pista.
Dos personajes, dos generaciones, que comparten la misma pasión, el instinto, el carácter de artistas, y que lo transmiten tan fielmente que su buena onda nos ha embaucado durante toda la entrevista. A través de sus palabras o de las notas de sus guitarras, el ratito y la maravilla de entrevista que nos han brindado, ha levantado un pequeño revuelo en nuestro taller de radio, e inmediaciones, vitoreando y demandando más, mucho más. Pero el tiempo no daba para más, muchachos.
Andrés Grajera y Adrián Llopis, enfermos musicales y profesionales del Centro, han conducido las intervenciones espontáneas de los participantes a ambos lados de los micrófonos, llegando a perder de vista el paso del tiempo y procurando la intervención ordenada de la convulsa turba. El programa ha estado muy bien armonizado por las dos cuidadas guitarras, alternando acordes y melodías conocidas por todos, como algún tema de Dire Straits, AC/DC, Gary Moore o Carlos Santana.
Muy buen ambiente y las ganas de llegar a casa pronto para desfogarse con uno de estos instrumentos infernales que tanta dependencia nos crean y, a la vez, apaciguan. Bendita dependencia demoniaca, digo yo.
Para que luego digan que la música es sólo para pasar el rato.
Gracias amigos y no olvidéis que dejamos pendiente una cita para finales de mayo, donde tendréis que darlo todo ante estos apasionados seguidores de las ondas terrícolas.
¡Hasta pronto!